Quemadura solar
Resumen
El sol fue esa mañana –mi novena mañana en el mar– mucho más abrasador que en todos los días anteriores. A pesar de que me había cuidado de que no me diera nunca en los pulmones, tenía la espalda ampollada. Tuve que quitar el remo en que me apoyaba y sumergirme en el agua, porque ya no podía resistir el contacto de la madera en la espalda. Teníaquemados los hombros y los brazos. Ni siquiera podía tocarme la piel con los dedos, porque sentía como si fueran brasas al rojo vivo. Sentía los ojos irritados. No podía fijarlos en ningún punto, porque el aire se llenaba de círculos luminosos y cegadores. Hasta ese día no me había dado cuenta del lamentable estado en el que estaba. Estaba deshecho, llagado
por la sal del agua y el sol. Sin ningún esfuerzo me arrancaba largas tiras de piel. Debajo quedaba una superfi cie roja y lisa. Un instante después sentía palpitar dolorosamente el espacio pelado y la sangre me brotaba por los poros.
Gabriel García Márquez
Fragmento extraído de Relato de un náufrago
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