No hubo Glostora ni Tricofero que no probara

Autores/as

  • Verónica Andrea Malah Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
  • Sergio Carbia Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

DOI:

https://doi.org/10.47196/da.v30i3.2687

Palabras clave:

calvicie, dermatología

Resumen

Hasta entonces su gran batalla librada a brazo partido y perdida sin gloria, había sido la de la calvicie. Desde que vio los primeros cabellos que se quedaban enredados en la peinilla, se dio cuenta que estaba condenado a un infierno cuyo suplicio es inimaginable para quienes no lo padecen. Resistió durante años. No hubo Glostora ni Tricofero que no probara, ni creencia que no creyera, ni sacrificio que no soportara para defender de la devastación voraz cada pulgada de su cabeza. Se aprendió de memoria las instrucciones del “Almanaque Bristol” para la agricultura, porque le oyó decir a alguien que el crecimiento del cabello tenía una relación directa con los ciclos de las cosechas. Abandonó a su peluquero de toda la vida, que era calvo de solemnidad, y lo cambió por un foráneo recién llegado que solo cortaba el cabello cuando la luna entraba en cuarto creciente.

Biografía del autor/a

Verónica Andrea Malah, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Médica Reumatóloga

Sergio Carbia, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Director de la Carrera de Especialistas en Dermatología

Citas

I. García-Márquez G. El amor en los tiempos del cólera. 9º Ed. Buenos Aires. Editorial Sudamericana 1987;341-343.

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Publicado

2024-10-21

Número

Sección

La Piel en las Letras